“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1)
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo” (Salmo 1:1-3)
Con frecuencia se oye decir: Dios tiene sus tiempos… Y verdaderamente, es así, porque, aunque en su consejo eterno haya pensado de antemano en todas las cosas, esas cosas se van ejecutando luego en la tierra, con una perfección maravillosa.
También en relación con nosotros se necesita el efecto del tiempo. Moisés, a los 40 años vio como un egipcio maltrataba a un hebreo y mató al egipcio. Así también juzgó a dos hebreos que peleaban, pero estos no lo reconocieron, y le dijeron: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? (Éxodo 2:14) Evidentemente, no era el momento, ni la forma en la que Dios utilizaría a su siervo. Tuvieron que pasar 40 años más, para que Dios llamara a Moisés para sacar a su pueblo de Egipto, Tiempos en los cuales fue formado en la intimidad.
David, dijo: En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15) Y supo esperar el tiempo para reinar, porque había aprendido en la escuela de Dios a esperarlo todo de Dios.
Dios tiene sus tiempos, pero cuidado, esto no quiere decir que cuando alguien se convierte de grande, luego de haber desechado a Dios durante toda su vida, es porque recién ahora era el tiempo de Dios para convertirse. Los hombres deben volverse a Dios y confiar en Cristo desde que comienzan a tener conciencia.
Pensamientos para reflexionar