(Véase 2 Reyes 5)
“¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre” (2 Reyes 5:26,27)
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10)
Eliseo, era un profeta, figura de nuestro Señor Jesucristo. A él recurrió Naamán, el general del ejército sirio para ser curado de su lepra, la cual en la Biblia es figura del pecado. En ese relato, todo nos habla de la maravillosa obra de Dios, salvando y librando a quienes le buscan.
Sin embargo, además de Eliseo y Naamán, hay otro personaje que aparece en escena, y es Giezi, el siervo del varón de Dios, quien también, figurativamente, nos deja una gran enseñanza.
El Señor mandó a los suyos con esta premisa: “Sanad enfermos, limpiad leprosos… de gracia recibisteis, dad de gracia (Mateo 10:8) Así lo había hecho Eliseo, pero el siervo, que representa a los que sirven a Dios mientras él dispensa su gracia, pensó en tener alguna ganancia y fue, y mediante argucias, obtuvo “Dos talentos de plata y dos vestidos nuevos” (2 Reyes 5.23)
Eliseo, supo lo que su siervo había hecho y lo reconvino, haciéndole ver que era tiempo de servir a Dios no pensando en lo terrenal, ni queriendo tener en la piedad una fuente de ganancia. Esta es la enseñanza que deben recordar todos los siervos actuales, ya que la lepra de esa codicia, quedó en la descendencia de Giezi y es la que muchas veces se manifiestan en esos ámbitos donde a la gente se le saca dinero para que reciban el favor de Dios.
Pensamientos para reflexionar