¿DIOS ES UN SER CAMBIANTE? (Parte 3)

“Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:22-24)


Cuando pensamos en las leyes divinas, debemos tener en cuenta que hay al menos dos aspectos al referirnos a la ley de Dios que debemos considerar: La ley natural y la ley propositiva.

Los mandamientos de su ley natural, son todos aquellos que están íntimamente ligados a la naturaleza de Dios, los cuales, como Dios no cambia, tampoco cambian y son inabrogables. Si Dios permitiera que hoy el hombre los desobedeciera, estaría obrando contra su naturaleza. Por ese motivo es que hoy siguen vigentes, aunque no estemos bajo la ley.  Por ejemplo: Matar, robar, abusarse de los desvalidos etc. Pero, también, hay otros mandamientos que fueron dados en esa misma ley de Moisés, que fueron propositivos, es decir, fueron dados para cumplir propósitos determinados, durante un tiempo determinado.  Y que así, como en un tiempo, estaba mal no cumplirlos, hoy está mal volverlos a incorporar a la vida de fe, porque ya cumplieron su propósito histórico y dispensacional. Estos son, por ejemplo, la ley de los sacrificios, la abstención de ciertos alimentos, la obligatoriedad de diezmar, la circuncisión, etc.  

Por eso, pensar que Dios es cambiante y poner eso de excusa para no entregarse a Cristo recibiéndolo como salvador, es un argumento muy pobre que de nada sirve. Dios no cambia, sigue siendo siempre el mismo, y sigue siempre, como en todo tiempo, salvando al hombre por gracia mediante la fe.


Pensamientos para reflexionar

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