
“Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12)
“Jesús dijo: Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas” (Juan 12.46)
Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él (1 Juan 1:5) En el principio, creo los cielos y la tierra y dijo sea la luz y la luz fue. Esto, antes de haber creado las grandes lumbreras como el sol y la luna para que alumbren sobre la tierra. Fue su luz, la luz de su gloria que iluminó el caos dando origen al cosmos (Génesis 1)
Dios no es alguien que ilumina o que tiene luz, es más que eso. Es luz. Su esencia es luz. Donde está Dios no hay tinieblas. La oscuridad y tinieblas en la que se encuentran las personas y el mundo, no son otra cosa que la ausencia de Dios.
Dios que es luz y habitando en luz inaccesible (1 Timoteo 6:6) estaba totalmente fuera del alcance del hombre pecador. Por eso Jesús, siendo Dios por sobre todas las cosas (Romanos 9:5) descendió hasta nosotros, enviado del Padre, trayendo la luz y la salvación.
Jesús el Hijo de Dios, se presentó en esta tierra de una manera visible, revestido de humanidad para que lo pudiésemos ver, pero no como un iluminado, ni alguien que resplandece en la oscuridad, sino como la luz de este mundo (Juan 8:5)
Jesús es la luz que alumbra a todo hombre (Juan 1:9) Aquel que transforma el caos, y salva a los hombres sacándolos de las tinieblas. (Colosenses 1:13)
Pensamientos para reflexionar