CUANDO REPOSA SOBRE NOSOTROS EL PODER DE CRISTO

“Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9,10)


Los hombres, somos seres limitados que todo lo razonamos conforme a nuestras limitaciones. En cambio, Dios es todopoderoso y soberano. Él hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere.

 “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29) Esto solo lo puede hacer Dios. Nosotros, solo  podemos multiplicar lo existente, pues: 0x0 es = 0 Sin embargo, Dios multiplica aunque no haya nada.

El creyente, también dice en el Espíritu de Dios, cosas que los demás no pueden comprender. Por ejemplo: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10)

Nadie acepta que uno se goce en cosas que no son motivo de gozo, ni que cuando se reconoce débil, entonces sea fuerte. Pues la debilidad es siempre debilidad y nadie se siente cómodo con ella. Pero el creyente, sabe, por experiencia que, si al experimentar esa debilidad se aferra a Cristo, es inconmovible, porque nunca es tan fuerte como cuando deja de lado su voluntad y ya no tiene confianza en la carne. Cuando deja todo en manos de Dios, especialmente aquello con lo que no puede, allí reposa sobre él, el poder de Cristo. Allí tiene paz, sintiendo al Señor a su lado de una manera especial llevándolo de triunfo en triunfo.


Pensamientos para reflexionar

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