Todos los escritos“…Recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11)
Alguien dijo muy acertadamente: “Vivimos en una época, en la cual nadamos en un océano de conocimientos, pero, de cinco centímetros de profundidad” Y es bien cierto.
Hoy, por lo general, se buscan “las síntesis” de todo. Nadie quiere una lectura extensa, un mensaje largo… Todos esperan que se les dé un resumen de las cosas. De esa manera, se llega a tener una idea de todo: Literatura, ciencias, arte, o de la Biblia misma; pero sin haber leído y meditado en ello verdaderamente.
Los cristianos estamos llamados a otra cosa. Recibimos y compartimos lecturas breves, devocionales, pero, por sobre todas las cosas, nuestra edificación requiere que leamos la Biblia y meditemos en ella.
Los creyentes no podemos leer “las síntesis” solamente. Debemos estudiar la Biblia y sus doctrinas fundamentales, aprovechando también todo el ministerio escrito, de sana doctrina, probada, que el Señor nos provea.
Dios nos dice: Ocúpate en la lectura (1 Timoteo 4:13) escudriñándola (Juan 5:39) Meditándola de día y de noche (Josué 1:8) Poniendo el sentido para comprenderla (Nehemías 8:8) Regocijándonos en ella como aquel que halla muchos despojos (Salmo 119:162)
La Iglesia necesita volverse a la Palabra. La Palabra debe tener más lugar en los hogares, en las reuniones…
La Palabra de Dios es la que finalmente forma y prepara para todos los servicios que luego podamos realizar. (2 Timoteo 3:16,17)
Pensamientos para reflexionar
