
“El Señor dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1)
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse” (2 Timoteo 2:15)
En la vida siempre quisiéramos conseguir las más altas calificaciones, aunque finalmente luego nos conformamos con aprobar aunque sea con lo mínimo. Sin embargo, debemos recordar siempre que ante Dios, se aprueba con diez.
Aunque parezca demasiado, es así. Dios es perfecto y jamás se conformaría con algo que no sea pleno. Nadie puede decir: “Yo gozo de comunión con mi Dios. He dejado prácticamente un 70 % las cosas del mundo. Yo ahora que soy un cristiano, le obedezco a Dios prácticamente en un 80 % de lo que me dice en su Palabra…”. Pues no hay entregas parciales, ni Dios se acomoda a nosotros bajando sus estándares. Él se encuentra satisfecho en Cristo quien es perfecto, y nos pone delante la medida de esa perfección. Dios nos recibe en Cristo y nos acepta en él. (Efesios 1:6) Pero no acepta una entrega en parte, ni tan solamente un alto porcentaje de fe. En Cristo elegidos, aceptos por él, El Padre hace participar de su plenitud a quienes creyeron y recibieron a Cristo plenamente.
Por eso, considerando estas cosas, debemos recordar que Dios reclama una entrega total, una obediencia perfecta y una limpia conciencia para su aprobación. Pues, si nuestra vida espiritual es a medias, no habiendo una plena obediencia, ya sea en lo personal, o como congregación, no podemos agradar a Dios. Pues, ante Dios, solo se aprueba con diez.
Pensamientos para reflexionar