
“Un ángel… se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa” (Hechos 11:13,14)
“Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:30,31)
Es alentador el pensamiento que encontramos a través de las Sagradas Escrituras que muestra que Dios llama y reclama para él a todos sin excepción, y que cuando alguien responde a su llamamiento, Dios dice tú y tu casa. A Noé le dijo: “Entra tú y toda tu casa en el arca…” (Génesis 7:1)
¡Qué maravilla! Este pensamiento lo vemos en la escena del carcelero de Filipos. Un hombre que seguramente había escuchado las oraciones y los cánticos que cantaban Pablo y Silas al ser arrestados por una causa que el carcelero también conocía. Debido a eso, llevaba ese ejercicio de alma, que un momento cuando se vio perdido, lo llevó a rendirse ante Dios, diciendo: ¿Qué debo hacer para ser salvo? La respuesta fue tajante: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”
Esta es una hermosa declaración, pero que lamentablemente se interpreta mal. Muchos interpretan que cuando uno cree, Dios promete salvar a su familia sí, o sí. Y esto no es así. El que rehúsa, no verá la vida. Lo que dice el versículo, es que Dios en su gracia, quiere ahora a todos los de la casa. Y que, así como el que recibe el evangelio, creyendo, es salvo; así deben ser salvos todos los demás siguiendo el mismo camino. Esto se cumplió en la familia y criados del carcelero, los cuales creyeron para salvación.
Pensamientos para reflexionar