“Si el Señor es Dios, seguidle” (1 Reyes 18:21)
“Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Romanos 14:59
El Señor Jesús le había dicho a Pedro: “Sígueme” pero viendo Pedro que Juan también seguía al Señor “Dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú” (Juan 21:21-22)
Esto nos hace ver algo lamentable y que debemos evitar, y es, el estar más pendientes de los demás que del Señor mismo.
Cuando el Señor nos llama a servirle, debemos prestar atención a nuestro llamamiento y no compararnos con nadie, ni medirnos con la regla de nadie. Sino, simplemente estar pendientes de agradarle en todo.
¡Cuántos creyentes tropezaron en el camino y se detuvieron, o fueron inducidos a la desobediencia al ver la conducta de otros que también siguen al Señor Jesús!
El camino cristiano, no es, poniendo los ojos en los hermanos, sino “Puestos los ojos en Jesús” (Hebreos 12:2)
Es común que nuestra carne vea el camino a transitar muy estrecho, y enseguida busquemos excusarnos comparándonos con los demás. ¡Cuántas veces hemos oído decir: Yo me he privado de esto o aquello, pero ahora veo que hay hermanos que no han hecho lo mismo!
El Señor nos responde: ¿qué a ti? Sígueme tú” y recuerda: “Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12)
Es hermoso serle fiel, independientemente de lo que hagan los demás.
Pensamientos para reflexionar
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