“Jesús les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15)
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5)
Adam Smith, el conocido economista y filósofo escocés, dijo en su momento: El mundo capitalista no puede funcionar sin el consumo desmedido, por lo tanto, es necesario promover la codicia.
El sistema de este mundo siempre actuó sobre el mismo principio: La codicia. Lo que condena el décimo mandamiento. Algo que Dios declara como pecado. (Éxodo 20:17)
En un tiempo, hubo un capitalismo productivo, donde solo se producía para que todos compraran. Pero llegó el momento, en que el mercado estaba saturado de elementos, porque todos habían comprado. Entonces se pensó en hacer las cosas menos duraderas pasando a un capitalismo de consumo. Actualmente, vivimos, lo que podría llamarse un capitalismo de apariencia, donde la gente consume, no solamente por necesidad, sino también para aparentar, para estar a la moda, para sentirse aceptado, etc.
Estas cosas suceden en el mundo del cual hemos sido rescatado, pero igualmente, debemos tener mucho cuidado para no volver a colocarnos bajo la esclavitud de su yugo.
Hoy no se condena la codicia, sino por el contrario, se dice que quien no codicia es una persona sin ambición. ¡Cuidado! Esos son engaños y trampas de Satanás.
El cristiano debe tener mucho cuidado y estar contento con lo que tiene (Hebreos 13:5) No codicioso, ni endeudándose para poder tener lo que el mercado le impone. Sino por el contrario, debe estar satisfecho y completo en Cristo. (Colosenses 2:10)
Pensamientos para reflexionar