“Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:21)
“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41)
Cuentan que, en China, cuando alguien es convidado a tomar té, es objeto de la cordialidad de su anfitrión. y cuando recibe la taza de té, no se sirve solo, ni alarga su mano para recibirlo, lo cual sería descortés, sino que, tomando una posición de humildad extiende ambos brazos hacia quien le convida en señal de aceptación y así lo recibe.
Viendo esta costumbre, un misionero cristiano, lo relacionó con la postura que toman los hombres para recibir la Palabra de Dios. La Biblia habla muchas veces sobre recibir: “Recibid con mansedumbre la palabra implantada…” Quien se dispone a obedecer esa directiva divina, no alarga simplemente la mano y recibe esa Palabra, sino que desprendiéndose de aquellas cosas que tiene que desechar en su vida (Santiago 1:21), extiende humildemente sus manos para recibir lo que Dios quiere darle por medio de esa Palabra de vida.
Dicen los conocedores del idioma griego que, la Palabra que se utiliza en el original, traducida “recibir” significa justamente ese sentir que significa: Dar la bienvenida. Como quien extiende ambas manos en señal de reconocimiento para recibir humildemente lo que se nos ofrece.
Hay quienes, en una actitud irreverente, sin ninguna fe, leyeron la Biblia y dijeron. “Yo busqué a Dios, quise tener fe, pero a mí no se me reveló”. Y es justamente porque lo hicieron mal, sin sinceridad y de una manera incorrecta.
Pensamientos para reflexionar