“Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles… cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1:23,25)
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19)
El pueblo liberado de Egipto, llego hasta el monte Sinaí, “Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte” (Éxodo 19:3) Durante la usencia de Moisés, el pueblo mostró lo que había en su corazón. No pudo mantenerse por fe. No pudieron conformarse solo con lo espiritual, necesitaban palpar y ver, “Y Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido” (Éxodo 32:1) Así hicieron el becerro de oro, pecando terriblemente contra Dios.
El primer mandamiento de la ley que traía Moisés en las tablas, era el que ellos mismo invalidaron, pecando locamente. Por esa causa, ante el juicio de Dios cayeron como tres mil hombres (Éxodo 32:24-28)
Dejar a Dios, abandonar el camino de fe, volcarse a la idolatría solo conduce al dolor y la muerte.
Por el contrario, escuchar a Dios, abrirle el corazón recibiendo el mensaje de salvación, produce bendición y vida. Es lo que ocurrió el día de pentecostés, cuando Pedro les predicó el evangelio a esa gran multitud reunida en Jerusalén, y los que lo oyeron se compungieron de corazón y se convirtieron. Y se añadieron a la congregación como tres mil personas (Hechos 2:41)
Pensamientos para reflexionar