“No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” (Efesios 5:11)
“Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:4)
Pocos saben lo que implica el famoso carnaval, ya que, en muchos lugares, en esos días se juega con agua, y por las noches hay desfiles de comparsas donde cantan y bailan. En realidad, eso no es el carnaval. El carnaval tiene un origen oscuro y se relaciona más con el diablo.
En algunas partes de Latinoamérica, por ejemplo, el carnaval se fusiona con los rituales nativos, donde se honra a la madre tierra, con una mezcla de paganismo, religiosidad e idolatría terribles. “honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Romanos 1:25)
Esta festividad comienza 40 días antes de “semana santa” con el desentierro del diablo. Con una fiesta donde los deseos reprimidos se liberan y hay una incitación a embriagarse y divertirse sin recato; dejando de lado todo precepto moral, ya que, como suele decirse: “Lo que pasa en el carnaval queda en el carnaval”. Hay música, baile y festejos que desde todo punto de vista son condenados por Dios. Por ese motivo, un cristiano no debe participar de estas cosas, aunque sea una fiesta muy ligada a la cultura de algunos pueblos.
Algunos, al ver lo satánico de esta festividad, dijeron que Carnaval viene de carne a Baal, ya que Baal es una alusión entre otras cosas al diablo, a quien la carne le rinde culto.
El cristiano, obediente a Dios, no debe participar de estas cosas.
Pensamientos para reflexionar