“De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra habrá sido atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra habrá sido desatado en el cielo” (Mateo 18:18 BRV Act. 1989)
“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13)
La Biblia habla de la misericordia, y nos dice: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36)
Cuando el corazón del creyente pierde de vista al Señor, pierde de vista la gracia y deja de obrar con misericordia.
La palabra misericordia viene de la fusión de dos palabras latinas: Mísere = miseria y cor = corazón. Es como si dijera: El corazón se compadece, se inclina en gracia al contemplar la miseria o las situaciones miserables.
Cuando un alma cae en el legalismo, no tiene misericordia, confunde ser justo, con ser justiciero y aplica por lo general todo el rigor de la ley sobre los demás, aunque en situaciones semejantes, para con él y su familia, aplicaría la gracia.
El legalismo solo condena, porque la ley es un ministerio de condenación (2 Corintios 3:9) Sólo la gracia redime, libera y restaura al hombre.
La ley dejaba al hombre atado, aunque esté, se arrepintiese y confesara su causa, igual que el legalismo deja al hombre atado en la tierra, aunque este fuera desatado en los cielos. (Mateo 18:18)
Pero, ¡Cuidado! “Juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”
Dios, obrando en gracia, vuelca su corazón sobre nuestras miserias y perdona cosas cuando nos arrepentimos y la confesamos que, el hombre justiciero jamás perdonaría. Porque la misericordia triunfa sobre el juicio.
Pensamientos para reflexionar