“Hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles… Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8:1 y 4)
“Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor” (Hechos 11.20,21)
Cada cristiano debe ser un misionero y llevar las buenas nuevas de salvación entre los que no creen. Para muchos, misionero es solamente aquel cristiano con un llamado especial que deja su tierra para ir a lugares recónditos a hablarles de Cristo. En realidad, un misionero, es alguien, que tiene como misión, hacer conocer a Cristo, y esto, puede hacerse de diversas maneras.
Hay quienes sienten un llamado muy fuerte para salir hasta lo último de la tierra, a esos lugares donde el evangelio es desconocido. Otros misionan en países y lugares donde, aunque el evangelio es conocido, no hay iglesias establecidas, y otros, donde, aunque haya iglesias, son lugares con una gran necesidad espiritual. Lo importante, es cada cristiano no pierda el tiempo ni las oportunidades y sirva al Señor desde su posición.
La Biblia registra los viajes misioneros del apóstol Pablo y como se fue extendiendo el evangelio, pero también nos cuenta el trabajo de personas comunes que por su fe en Jesucristo fueron utilizadas de una manera maravillosa en la obra del Señor. Por ejemplo, los que fueron esparcidos luego de la muerte de Esteban, que entraron en Antioquía anunciándoles el evangelio a los griegos, donde hubo grandes conversiones para la gloria de Dios. (Hechos 11:19-21)
En un sentido, todos nosotros somos misioneros, porque tenemos como misión, predicar en todo lugar el evangelio, a toda criatura.
Pensamientos para reflexionar