“Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor” (Hechos 11:22,23)
“Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 15:26)
El nombre de Bernabé era José, pero los apóstoles le pusieron por sobrenombre Bernabé, que traducido es hijo de consolación. (Hechos 4:36) Y la consolación, es lo que caracterizó siempre su ministerio. Era un descendiente de Leví, a quién Dios les había confiado el cuidado de las cosas santas en el Antiguo Testamento, pero también un verdadero levita, en el sentido espiritual que puso todo a los pies de los apóstoles (Hechos 4:37) Como Levita, no fueron las posesiones terrenales las que llenaban su corazón sino las cosas de Dios.
La Biblia dice que era un varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe (Hechos 11.24) Cuando todos tenían miedo de aceptar a Saulo, no creyendo que fuese un discípulo, fue Bernabé que tomó la responsabilidad de presentarlo a los demás discípulos dando buen testimonio de él (Hechos 9:26,27) Hay siempre quienes no se animan a defender una causa hasta que lo hagan primero los demás, no así Bernabé.
Cuando el Evangelio llegó a Antioquía, los hermanos enviaron a Bernabé que los apacentara, y así lo hizo, pero, viendo la necesidad de un maestro en aquel lugar, no dudo en ir a buscar a Pablo, sin sentir celos, ni guardar la obra como si fuera algo personal (Hechos 11:22-26)
Un hombre así fue apartado por el Espíritu Santo para la obra misionera.
La iglesia necesita más hombres como Bernabé.
Pensamientos para reflexionar
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