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“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón” (Salmo 15:1,2)
“Para los santos que están en la tierra, Y para los íntegros, es toda mi complacencia” (Salmo 16:3)
Dios dice en su Palabra que preciosa es la honestidad delante de sus ojos. La palabra Integridad en su origen nos habla de algo intacto, entero. Dios nos quiere así, completamente. Aunque en un mundo acomodaticio transigir, y quedar bien “políticamente” con todos, sea visto como lo más conveniente.
El Salmo 15:4 dice: “El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia”
Ejemplificando esto, alguien contaba que un creyente, decidió vender su campo. Al ponerlo en venta, un amigo suyo le dijo que se lo compraría, solo le pidió que le diera tiempo por unos días para conseguir el dinero. Pasado unos días, se presentó un hombre rico interesado también en el campo, quien le ofreció pagarlo en el momento. El creyente, le dijo que ya lo había vendido. Pero el comprador insistió, diciéndole que, si aún no habían hechos los papeles, podía vendérselo a él, quien le ofrecía por su campo, casi el doble del precio que pedía el vendedor.
El creyente, se vio impactado, pero enseguida repuso que no podía, porque ya habían cerrado el trato dándose la mano. ¡Eso es integridad!
El cristiano que camina en integridad, se conduce en el temor en todos los ámbitos de su vida. Por eso, aun cuando tenga que tratar un pecado cometido por él o los suyos, no lo justificará, ni buscará atenuantes. Lo tratará como deba tratarlo.
Pensamientos para reflexionar
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