
“Acordaos de esto, y tened vergüenza; volved en vosotros…” (Isaías 46:8)
“Derramad delante de él vuestro corazón” (Salmo 62:8)
“Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros” (Malaquías 1:9)
Los beneficios de una rica vida de oración son infinitos. Nos referimos lógicamente, a una vida de oración según Dios y conforme a su Palabra, pues, lamentablemente, la oración es un tema muy malinterpretado, y para ciertas personas, orar es solo pedirle cosas a Dios desde cualquier situación espiritual que uno esté. Cuando la oración, como sabemos, es mucho más que eso.
Uno de esos beneficios es el que a medida que vamos orando regularmente, vemos cómo el Señor nos hace notar el sedimento de cosas sin confesar que se había formado en nuestras vidas, porque vienen a nuestra mente los recuerdos de cosas sin confesar que quedaron atrás, olvidadas.
Todos vivimos vidas agitadas. El tiempo se escurre rápidamente y la vida continúa a pesar de todo cuanto nos pase. Debido a eso, hay cosas que van quedando sin que las hayamos confesado delante del Señor, y esas cosas, son “como pequeñas zorras que echan a perder las viñas” (Cantares 2:15) Haciéndonos tiempo para la oración, esas cosas van apareciendo y uno puede confesarlas delante de Dios en arrepentimiento.
¡Cuántas discusiones! ¡Cuántos pensamientos injustos y maliciosos hemos tenido! ¡Cuántas acciones sin gracia! ¡Cuántas cosas dejadas por la mitad sin haberlas cumplido! Y muchísimas cosas que nunca reconocimos, suben a nuestro corazón. Confesarlas en oración liberará nuestra alma y nos hará tener un gozo perfecto en comunión con nuestro Señor.
Pensamientos para reflexionar