¿Es según las enseñanzas de las Escrituras que un hermano dictamine por sí mismo, cuando participar de la cena del Señor?, es decir: ¿Un domingo participar y el otro abstenerse estando presente en la reunión de culto?
Por la Palabra aprendemos que los creyentes, tenemos el gran privilegio de hacer memoria del Señor y anunciar su muerte, es decir proclamar su obra de salvación, sentándonos a la Mesa del Señor que es el sitio de comunión que el Señor nos asigna. Esa mesa, no es la mesa de los hermanos, sino del Señor, pero ha sido dejada bajo el cuidado de los hermanos, por lo cual, la palabra enseña que si bien está disponible y en ella tiene su lugar todo aquel que sea un hijo de Dios, cada creyente que toma su lugar en ella, debe estar en las condiciones espirituales que el Señor espera de los suyos, para tener la libertad de expresar su comunión allí sentado a la Mesa.
¿Qué es aquello que puede privar a un creyente renacido de ocupar su lugar a la mesa a la cual el Señor le asignó su lugar? Aquello que lo priva, es aquello que también interrumpe su comunión con el Señor, y eso se llama pecado. Todo pecado no confesado en arrepentimiento, priva de la comunión con el Señor y por lo tanto, priva también de la comunión con los hermanos.
¿Qué hacer entonces si se ha pecado? La palabra en eso es muy clara y nos enseña que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 19)
En relación con nuestra participación para celebrar la Cena del Señor, también la Palabra enseña claramente cómo debemos participar y nos dice: “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo” (1 Corintios 11:28-32) Aquí tenemos la instrucción clara. Cada creyente debe examinarse, juzgarse, mirar en su interior y al darse cuenta de que ha pecado en tal o cual cosa, confesarlo delante del Señor. Si la persona en cuestión, ha pecado pero sigue adelante y va y participa de la Cena del Señor, sin haberse arrepentido y confesado al Señor, juicio come y bebe para sí, porque está participando de una manera indigna, sin discernir el cuerpo del Señor que tuvo que ser entregado para quitar de en medio el pecado. Sin discernir que un poco de levadura leuda toda la masa, “porque nosotros con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel pan que es un solo” (1 Corintios 10:17 V.Mod) Los corintios habían caído en esta falta y por no haber sabido juzgarla, fueron juzgados por el Señor de una manera severa, de tal manera que entre ellos se manifestó una gran debilidad, con enfermos y personas que eran retiradas del testimonio por la vía de muerte, a lo cual se refiere la frase (muchos duermen). ¡Esto es algo solemne! Los creyentes debemos examinarnos y juzgar nosotros mismos lo que está mal, confesándoselo al Señor. Si no lo hacemos, es decir si no nos examinamos para juzgarnos, nos tendrá que juzgar el Señor.
Ahora bien. Con estas enseñanzas, vemos que todos los creyentes, deben ir a partir el pan en buenas condiciones espirituales. Si detectaron algo que no está bien, la solución no es ir y abstenerse, sino, corregir eso malo, confesándolo al Señor y luego seguir adelante, comiendo del pan y bebiendo de la copa.
En ningún lugar vemos que el Señor haya dejado al arbitrio personal del creyente, decidir cuándo no participar de la Cena del Señor en comunión a la Mesa del Señor. Ese cuidado, lo ha conferido a los hermanos, para que velen manteniendo la Mesa del Señor en santidad y pureza.
Si alguien ha notado que está en falta, en el momento que lo descubre, siendo el día que sea, debe ir y solucionarlo ante Dios y ante quien haya pecado. Debe hacer restitución siempre que fuera posible y apartarse del mal. Haciendo eso, ir y participar. Si ve que está ligado a un pecado, del cual no puede desligarse tan fácilmente, debe ir y hablar con los hermanos, poniéndolo en su conocimiento para que ellos vean la manera conveniente de obrar y subsanar esa falta delante del Señor, ejerciendo la disciplina correspondiente que siempre, como toda disciplina, tendrá como objetivo la restauración del hermano caído. Pero no, tomarlo como responsabilidad personal únicamente, determinando el mismo, cómo y cuándo actuar, cuando ir y participar de la Cena y cuando no.
Por tales motivos, opinamos que no es según las enseñanzas bíblicas, que un hermano, vaya un domingo y participe y el otro vaya y se abstenga sin decir nada y a su solo arbitrio, ya que la Mesa del Señor es una comunión vigilada, controlada, no una comunión libre y personal.