YO ESTOY A LA PUERTA Y LLAMO

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20)


Este pasaje es muy utilizado en la presentación del evangelio, pues refleja el obrar del Señor, quien pacientemente llama a cada corazón presentándose como el salvador. El Señor llama, no derriba la puerta y se impone, es de adentro que debe salir la respuesta de abrir para gozar de la salvación y de la comunión tan maravillosa, que se ve reflejada en el hecho de cenar con él; ya que sentarse a la mesa, es una alusión a la comunión.

Sin embargo, lo maravilloso de este pasaje es que forma parte del mensaje a las siete iglesias que estaban en Asia, el cual presenta un bosquejo perfecto del paso de la Iglesia a través de los siglos. Es parte del mensaje a la Iglesia de Laodicea, que representa el estado actual de la Iglesia, la cual se siente complacida, rica, independiente y fuerte, aunque para el Señor vive en un estado de gran necesidad  espiritual  y caracterizada por la tibieza que Dios aborrece.

¿Nos damos cuenta? Esto es solemne… Es a la iglesia a quien se dirige, no a los pecadores perdidos. Por lo tanto, el pasaje muestra que el Señor está afuera. Ya no está más del lado de adentro como el centro de reunión, sino afuera, esperando que alguien oiga su voz y  le dé entrada, saliendo de aquel círculo religioso que no tiene comunión con él.


Pensamientos para reflexionar

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