“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado… Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:1,3,4)
Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. (Hechos 20:27)
Los cristianos somos llamados a predicar el evangelio a toda criatura. “A tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:2) Pero, debemos tener en cuenta que, es necesario, presentar un evangelio completo: “Todo el consejo de Dios”, y no solamente la parte tocante al bienestar terrenal.
Tomemos por caso una predicación donde se dice: Todos aquellos que sienten tristeza en sus corazones, vacío en sus vidas; los que se sienten solos, necesitados, escuchen el evangelio: Cristo es la solución. Ábranle sus corazones. Él les dará paz, y conocerán el bien. Él sanará todas sus dolencias, porque el sana y salva…
Alguien podría decir: ¡Muy bien!, predican el evangelio. Sin embargo, esto no es el mensaje del evangelio completo. Solamente presenta algo acorde a las necesidades terrenas.
El evangelio, habla de perdón y paz, y es una buena noticia, para quienes reconocen ser pecadores. Por eso no se puede omitir la realidad del pecado. El vacío, la tristeza, y todo cuando nos daña, son consecuencias del pecado en el mundo.
“Cristo murió por nuestros pecados” Por eso, predicando el evangelio, debemos presentar el valor de su sangre, su muerte, resurrección y su pronto retorno; mostrando por las Escrituras, que los sufrimientos terrenales, no son nada comparado con la perdición eterna que les espera.
Pensamientos para reflexionar