SOBRE EL PASTOR PRINCIPAL (2)

 “Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia” (Jeremías 3:15)

“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28)

“Y cuando fuere manifestado el Pastor principal, recibiréis la corona inmarcesible de gloria” (1 Pedro 5:4 V-Mod)


Los creyentes estamos agradecidos a Dios por haber dados pastores para su Iglesia (Efesios 4:11) Y que además del don pastoral, el Espíritu Santo, capacite y levante ancianos en las congregaciones, que tengan como oficio apacentar el rebaño localmente y lo guarden “No por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:2,3) Sin que esto quite en un ápice que el Pastor de la iglesia sea Cristo, quien dio su vida por el rebaño y de quien son las ovejas. (Juan 10: 14)

Por tal motivo, nadie puede tomar para sí tal gloria, presentándose como “El Pastor de la iglesia” ni se debe posicionar a nadie, por encima del resto de la grey y de los demás servidores, llamándolo “Pastor Principal”. Realmente, es una mención que por amor y respecto al Señor no debemos aceptar.

En la organización de algunas congregaciones, ya no admiten que a los hermanos responsables se los reconozca como ancianos o sobreveedores, sino que ahora, se los llama como en los sistemas clericales: “Pastores” y para destacar al de más jerarquía entre ellos, se lo reconoce y presenta como el Pastor Principal. Esto, queridos hermanos, aunque por costumbre se tome como algo natural, es algo que no debe hacerse. Porque tal gloria solo corresponde a Cristo.


Pensamientos para reflexionar

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