SOBRE EL PASTOR PRINCIPAL (1)

“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11)

(Yo el Señor; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria” (Isaías 42:8)


“Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos” (1 Corintios 14:33) y para mantener el orden dentro de su casa que es la Iglesia del Dios viviente (1 Timoteo 3:15) no solo dio dones para la enseñanza, la edificación y la corrección, sino que estableció ancianos, a los cuales el Espíritu Santo puso en el rebaño para apacentar la Iglesia del Señor. (Hechos 20:28) De esa manera, abastecida por Dios, contando con hermanos responsables que, como sobreveedores velaran para que las cosas se mantuvieran según las enseñanzas bíblicas, la Iglesia, como columna y baluarte de la verdad, siguió adelante testificando, sosteniendo y defendiendo la verdad de Dios en medio de un mundo corrompido y necesitado de Dios.

Con el tiempo, las cosas se corrompieron. Los hombres se organizaron formando cleros para conducirse eclesiásticamente y las cosas cambiaron. A pesar de todo el mal que se introdujo en el ámbito cristiano, siempre hubo grupos que se esforzaron por guardarse dentro de las enseñanzas de la Palabra y Dios no se dejó a sÍ mismo sin testimonio, pero igualmente todo fue de mal en peor.

En la actualidad, aun en círculos cristianos serios, cada día toma más fuerza una costumbre que no podemos tolerar delante del Señor y es la de la mención de Pastor Principal, para referirse a alguien que no sea Cristo.  

Continúa en la parte 2


Pensamientos para reflexionar

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