
“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz” (2 Corintios 13:11)
“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis toda una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10)
“Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa” (Filipenses 2:2)
¿Qué entendemos por sentir toda una misma cosa, o ser todos de un mismo sentir? Indudablemente, a nivel colectivo, muchas veces en la reunión de oración se manifiesta la falta de acuerdo, de ese concierto divino entre quienes expresan la oración de la asamblea. (Véase Mateo 18:20)
Estas cosas, lamentablemente, se notan. Y muchas veces, frente a determinadas situaciones, se escuchan oraciones en sentido horizontal, como hablándoles a los hermanos y exponiendo el pensamiento propio, no el del conjunto. Así uno ora en un sentido y otro en el sentido opuesto y eso suena a contradicción. Eso contrista el Espíritu. Somos llamados a orar en el Espíritu, conducidos divinamente para que estas cosas no sucedan. Por eso, antes de orar, entre otras cosas, es necesario comunicar los motivos de oración, las preocupaciones, las necesidades y no tener que detallarlas en la oración como a manera de informe. Debemos orar expresando el pensamiento del conjunto, no el propio, y para esto, se necesita un mismo sentir en el Señor. ¿Queremos todos lo mismo? A veces debemos reconocer que no. Mientras algunos sienten orar por un objetivo particular, otros están cómodos así como están y solamente dicen amén por compromiso. Esto no debe ser así. Si no hay acuerdo entre algo, o existe una visión distinta, es mejor orar por eso particularmente , pero cuando oramos como iglesia, debemos hacerlo en una perfecta comunión espiritual.
Pensamientos para reflexionar