CONVERSIÓN, SANTIFICACIÓN Y CONSAGRACIÓN

“Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero (1 Tesalonicenses 1:9)

“Y como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 Pedro 1:15)

“Servidle con todo vuestro corazón” (1 Samuel 12:20)


La Biblia dice que el hombre transita por la vida por un camino que finalmente es un camino de muerte. (Proverbios 14:12) A través  de su vida va haciendo un sin fin de  experiencias, y Dios, que busca su bien, lo busca y lo llama para que acepte a Cristo como salvador y sea salvo.

Aquellos que se vuelven a Dios por el único camino que Dios reconoce, el cual es Jesucristo (Juan 14:6) experimentan LA CONVERSIÓN. La conversión es básicamente  volverse a Dios. Es el cambio rotundo que experimenta la persona que deja  el mundo y sigue a Cristo.

Ahora bien, debemos tener presente, que la  vida cristiana, no es solamente la conversión. Quien se convirtió, debe caminar para la gloria de Dios, apartado de toda especie de mal. (1 Tesalonicenses 5:22) Ese apartamiento, se llama SANTIFICACIÓN. Dios Dice: “Sed santos porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16) y quien finalmente vive su CONVERSIÓN Y SANTIFICACIÓN debe tener una plena CONSAGRACIÒN  sirviendo a Dios con temor y reverencia (Hebreos 12:28)

¿Por qué se ven tan pocos sirviendo verdaderamente al Señor? Porque para servir a Dios no se trata de tener ganas o vocación, se requiere primeramente LA CONVERSIÓN, una vida separada del mal  vivida en SANTIFICACIÓN y una entrega completa en CONSAGRACIÓN.

Sin estas cosas, no puede haber un servicio que Dios apruebe para su gloria.


Pensamientos para reflexionar

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