“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11)
Unos jóvenes le preguntaron a un enseñador bíblico, que consejo podía darles con “cinco palabras” Luego de haber visto el pasaje que dice: “En la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (1 Corintios 14:19) Aquel enseñador, luego de pensarlo unos segundos: Les dijo cinco palabras: “La carne para nada aprovecha” (Juan 6:63)
¡Qué verdad tan grande!
¡Cuántos esfuerzos se hacen, para ganar almas para Cristo, o formarlas para el servicio, apelando a la carne!
Uno puede crear un huevo en un laboratorio, formando la clara, yema y hasta la cáscara. Pero lo que no podrá hacer, es colocarlo debajo de una gallina y que a los veintiún días nazca un pollito.
Dijo Jesús: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63)
Dios nos ha dejado su Palabra, que es una palabra viva. Quien la recibe, recibe una Palabra, que tiene poder para redargüirlo, convencerlo, instruirlo y prepararlo, conduciéndolo a la vida eterna.
Desde el principio, para que hubiera vida, “El Espíritu se movía, o (empollaba) sobre la faz de las aguas” Y acto seguido, la Palabra: “Y Dios dijo” (Génesis 1:2,3)
El poder está en el Espíritu y la Palabra, la carne para nada aprovecha.
Pensamientos para reflexionar
