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“Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:21)
“Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida” (Juan 14:6)
Hay quienes dicen. Yo soy un verdadero cristiano, pero no porque me bauticé, sino porque trato de seguir a Cristo. Esta respuesta parece ser más acertada, que la de quienes dicen ser cristianos por el simple hecho de que van a la iglesia y se bautizaron, pero, en realidad el deseo de seguir a Cristo, no nos convierte en cristianos.
El cristiano, no trata de seguir a Cristo, sino que sigue a Cristo por el camino angosto, porque habiéndose reconocido un pecador irremediablemente perdido, lo ha recibido como su Salvador. Ser cristiano es tener una relación vital con Cristo. Es manifestar y reproducir la vida de Cristo. Es caminar en dirección al cielo, en contramano al resto del mundo que corre desenfrenadamente en disolución y rebeldía. (1 Pedro 4:4)
El hombre natural, que no ha tenido un encuentro personal con Cristo, camina por un camino de muerte, y no puede seguir a Cristo, por más que se esfuerce. Para seguir a Cristo, hay que estar en el camino “El camino de la vida es hacia arriba al entendido, Para apartarse del Seol abajo” (Proverbios 15:24)
El camino es Cristo mismo (Juan 14:6) y caminar por él implica haberlo reconocido y recibido como salvador, como lo hizo el ciego Bartimeo, quien luego de haber probado la gracia y de ser salvado “Seguía a Jesús en el camino” (Marcos 10:52)
Pensamientos para reflexionar
