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(Leer 1 Samuel 15)
Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. (1 Samuel 15: 22,23)
Saúl falló contra Amalec y fue desechado, su reino, no pudo confirmarse. Saúl recibió la orden de exterminar a Amalec, enemigo que figurativamente nos habla de la carne. Se le dijo que prestará atención y que no tuviera contemplación destruyendo de Amalec desde lo más chico que pudiese parecer inofensivo hasta lo más grande y evidentemente peligroso. Pero Saúl falló. No tuvo contemplación en destruir de Amalec todo lo que era vil y despreciable, pero le perdonó la vida a Agag, rey de Amalec, y tomó lo mejor de las ovejas y las vacas… ¡Cuántas enseñanzas nos deja este relato!
Aquí vemos como muchas veces, quienes dicen servir en el pueblo de Dios, olvidan las directivas divinas y luego actúan según su parecer. Lo vil y despreciable del mundo y de la carne, obviamente lo combaten y destruyen brutalmente, pero las cosas que les resultan atractivas, útiles y lindas, las perdonan y encima tratan de introducirlas en su culto. Además, dejar vivo al rey que debían haber matado, era como cortar la cola de la serpiente sin aplastarle la cabeza. Era como muchas veces sucede, combatir y atacar los efectos sin llegar a combatir la causa.
Las cosas que actúan contra la voluntad de Dios, hay que atacarlas como al fuego, desde su base. Luego, lo demás se va apagando solo.
Recordemos siempre: Debemos prestar atención y obedecer lo que Dios nos dice, pues ante la carne, como Amalec representa, se ve realmente quien está desaprobado
Pensamientos para reflexionar
