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Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1)
“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; Alejarás de tu tienda la aflicción” (Job 22:21-23)
Algunas personas dicen creer en Dios porque reconocen un poder superior, una influencia que está más allá de la simple comprensión del hombre… Esto es correcto, pero Dios es más que eso. Dios es un ser que tiene todas las particularidades de una persona, pero con atributos únicos y exclusivos. Él es el creador, el sustentador de todas las cosas. Un ser pensante que ha hecho todo con un propósito y que nos ama de tal manera “que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida eterna” (Juan 3:16)
Reconocer que hay un ser superior por encima nuestro, es algo bueno, pero se debe ir aún más allá. Se debe reconocer que ese superior es quien nos dio la existencia y a quien nos debemos. Pensar que ese Dios tan grande y maravilloso nos hizo con un propósito y que vivir fuera del propósito de Dios es lo que hace que la vida no tenga sentido. Las personas deben creer que Dios se ha revelado a los hombres por medio de su Hijo Jesucristo y actualmente, nos habla por medio de su Palabra: la Biblia.
Por eso, los hombres no deben buscar una religión, ni ritos y ceremonias, sino directamente a Dios y reconciliarse con él por medio de Jesucristo, el único mediador entre él y los hombres. (1 Timoteo 2:5)
Pensamientos para reflexionar
