“Jesús, les dijo: Tened fe en Dios” (Marcos 11:22)
“Jesús dijo: creéis en Dios, creed también en mí” (Juan 14:1)
“Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24)
La mayoría de los que se confiesan incrédulos, creen en la existencia de Dios, como un ser superior, e incluso a ese ser, le atribuyen la creación. Sin embargo, se niegan a recibir a Cristo como su salvador personal. Su excusa es la gran decepción que tienen con “la religión” o mejor dicho con todas las religiones y por eso, aunque a veces, creen en ciertas cosas, a su manera, ante otras se resisten, pues se niegan a creer en la veracidad de las Escrituras como Palabra de Dios y en otras verdades fundamentales. Esa postura ideológica engañosa, les resulta cómoda de momento, pues si Dios no habló, ni se puede confiar en nada ni en nadie, la responsabilidad es relativa y las personas pueden tener como opción negarse a recibir el mensaje de salvación y no comprometerse con nada.
El hombre cree que lo que niega no existe y eso lo tranquiliza, pero, el problema radica en que eso no es cierto. Dios habló, se dio a conocer y le dio a conocer al hombre su voluntad. Envió a su Hijo Jesucristo desde los cielos para que muriese pagando por nuestros pecados y envió también a que se predicase el perdón de pecados en su nombre para que todos sean salvos, enseñándonos que nadie puede salvarse si lo rechaza. Por eso, no son válidas las excusas. Todo ser humano debe creer en Cristo.
Pensamientos para reflexionar