“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?” (Romanos 11:33-35)
A todos se nos hace difícil atravesar pruebas de fe y de paciencia.
De todos modos, los hijos de Dios, estamos llamados a esperar en el Señor, no dudando de su fidelidad. “Aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas” (1 Pedro 1:6)
Durante las pruebas es necesario cerrar los oídos a las murmuraciones del enemigo, y sin quejarnos “esperar en silencio la salvación de Jehová” (Lamentaciones 3:26)
A veces, encontramos a personas que manifiestan estar confundidas ante la aparente falta de respuesta de Dios a sus oraciones, quejándose, porque se esfuerzan, se congregan, tratan de no pecar y Dios no responde. Reclaman a Dios una respuesta positiva según su criterio; argumentando que se están portando bien, como si por eso, Dios, tendría que actuar como ellos esperan.
Este pensamiento no es correcto. Dios bendice y obra, sobre una base: LA GRACIA. No porque nosotros le hayamos dado algo primero.
Quien por haber hecho algo, espera el favor de Dios, no espera una gracia. Quien da para recibir, está comprando, o haciendo un trueque; y Dios, no obra comprometido de esa manera.
Dios espera primeramente que le entreguemos nuestro corazón. Luego, nos hará ver, como detrás de cada paso dado en obediencia, naturalmente, habrá una bendición; no a la manera de trueque, sino porque Dios es bueno.
Pensamientos para reflexionar