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“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:3-6)
Al preguntarnos acerca de los procederes de Dios, lo primero que debemos tener presente es que Dios es soberano. Él hace lo que quiere (Salmo 135:6) y no da cuenta de ninguna de sus razones (Job 33:13) Sin embargo, se goza en comunicarnos sus pensamientos por medio de su Palabra.
Muchos se preguntan. Siendo que Dios es omnisciente, y sabiendo que el hombre podía pecar, ¿por qué igualmente siguió adelante con sus propósitos y creo al hombre?
La Biblia nos enseña que antes de la creación del mundo, Dios había pensado en crear al hombre y darle de entre esos hombres a su Hijo, una compañía que compartiera sus glorias por la eternidad. Dios no hizo al hombre impecable, él único sin pecado es Dios. Y Dios no quiso hacer dioses, sino personas. Seres capaces de amarle y responderle de corazón. Tampoco quiso hacer seres mecanizados, como robots que hicieran concretamente su voluntad. Hizo al hombre con una naturaleza y condición humana y este pecó voluntariamente cayendo de su posición.
Dios que se había propuesto darle una esposa (la Iglesia) a su Hijo; lo hizo, salvando y santificando a hombres que fueran conscientes del amor de Cristo, para que estuviesen y gozasen con él en gloria. Y Hay más gloria para Dios en Jesucristo, por la salvación de aquellos que ahora son salvos, que si Adán nunca hubiese pecado
Pensamientos para reflexionar
