“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay… de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho” (Hechos 17:24-28)
La Biblia dice: “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11) Sin embargo, Dios se dio a conocer al hombre y espera siempre que éste se le acerque.
Pablo dijo en Atenas que Dios de una sola sangre hizo todos los linajes de la tierra, y les prefijó los tiempos y los lugares donde morarían “para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:24-28) Esto quiere decir que no importa el color, ni el lugar donde las personas vivan, Dios siempre los tiene presente, y espera que lo busquen. Y palpando, es decir, viendo los detalles de las cosas creadas, se den cuenta de la existencia de su creador.
Al mirar nuestro alrededor nos damos cuenta de la existencia de un creador. Ese creador es un ser superior que no está lejos de nadie, sino cerca de todos.
Pablo cita a algunos poetas griegos para hacerles ver que ellos reconocían que Dios existe y que en él somos y nos movemos, pues Dios está en nuestro medio ambiente. Por eso, no entender, y no buscar a Dios, implica una voluntad activa rechazando a Dios, mientras que la venida del Hijo de Dios a buscar y salvar lo que se había perdido, muestra la buena voluntad de Dios para con los hombres. (Lucas 19:10)
Pensamientos para reflexionar