Después partieron de Bet-el; y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto.Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo. Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; más su padre lo llamó Benjamín. (Génesis 35:17,18)
Escudriñando el Antiguo Testamento, siempre encontramos a personas y situaciones que nos hablan de Cristo (Juan 5:39) El nacimiento de Benjamín, por ejemplo, nos da un hermoso destello de las glorias de Cristo.
Hay una madre que muere y un hijo que es para esa madre, el hijo de su dolor. Benjamín, es llamado Benoni, que significa el hijo de mi dolor, o de mi tristeza. Sin embargo, para su padre es distinto, por eso lo llamó Benjamín, que significa el hijo de la mano derecha. Efectivamente, esto nos muestra “los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Pedro 1:11)
La madre nos habla figurativa de Israel, del cual según la carne vino Cristo. (Romanos 9:5) Él es el Hijo de un pueblo que lo rechazó, para los cuales fue tropezadero (1 Corintios 1:23) y por el cual llorarán como se llora como por un hijo unigénito (Zacarías 12:10) Para Israel, es el hijo de su tristeza. Pero para el Padre, como en el caso de Benjamín, él es el Hijo de su mano derecha, el Hijo de su diestra, lugar al que fue llevado en su exaltación.
La diestra de Dios es el sitio de más alto honor, y el lugar de la ejecución, desde donde Dios ejecutará sus designios por medio de Aquel varón a quien hoy vemos allí exaltado como príncipe y Salvador (Hechos 5:31)
Pensamientos para reflexionar