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“Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7)
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23)
Jesús habló con Nicodemo acerca de la necesidad de nacer de nuevo, para poder ver y entrar en el reino de Dios. Este nuevo nacimiento, no era un nuevo nacimiento físico, sino espiritual (Juan 3:5)
Por naturaleza, todos nacemos por la intervención de un hombre y una mujer, así también para nuestra vida espiritual, Dios utiliza dos agentes: Su Palabra y Su Espíritu. Estos producen una nueva vida en aquellos que reciben la Palabra por fe.
El pecado, que entró en el mundo desde que Adán pecó, produjo, entre otras cosas el deterioro de nuestra naturaleza. El hombre murió espiritualmente, y siguió procreándose en esa misma condición, es decir, con una naturaleza pecaminosa que le impide ver las cosas que son Dios y que se deben discernir espiritualmente; como así también, actuar en consecuencia. Véase (1 Corintios 2:14 y Jeremías 13:23)
La educación, la cultura y la religión, pueden contener esa naturaleza en alguna medida, pero, siempre aflorará, porque es inmejorable. Nadie puede cambiar su forma de ser y pensar. Nadie puede cambiar su naturaleza, sólo Dios tiene el poder de hacerlo.
Por eso, Jesús le habla de la necesidad del nuevo nacimiento, a una persona que practicaba una religión de una manera genuina y sincera, dejando en claro, lo que la religión no puede.
Solo Cristo salva y hace nuevas todas las cosas. (2 Corintios 5:17)
Pensamientos para reflexionar
