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“El Señor es mi pastor, nada me faltará” (Salmo 23:1 BAS)
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11)
El cristiano puede decir confiadamente. El Señor es mi pastor, nada me faltará… (Salmo 23:1) Nada me faltará no porque ahora yo tenga fe y espere lo mejor. Nada me faltará no porque yo ahora vivo de otra manera… Nada me faltará no porque ahora veo las cosas de otra manera y por eso me salen mejor… Sino que nada me faltará porque el Señor es mi pastor.
Tener al buen pastor es tener quien se ocupe de mí. Quien me cuide para que nada me pase. Quien esté atento para que el enemigo que como un león rugiente anda alrededor nuestro buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8) No me haga daño. Para que el pecado que me asedia (Hebreos 12:1) No me lleve a situaciones donde no encuentre salida.
Todas estas cosas suceden porque el Señor es mi pastor y debido a sus virtudes. Es decir que las virtudes son suyas, pero las bendiciones son mías.
Conocer al buen pastor es algo que infunde tranquilidad. Vivir en su comunión y en su cercanía, da seguridad. ¿Saben cuál es la oveja del rebaño que está más protegida y disfruta más sus cuidados?: La oveja que permanece cerca del buen pastor.
Permanezcamos en él, en su amor (Judas 1:21) que su vara y su callado nos infundirán aliento.
Podemos estar seguros de que siendo él nuestro pastor, nada nos faltará.
Pensamientos para reflexionar
