“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete” (Apocalipsis 2:5)
“Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande… Mira mi aflicción y mi trabajo, Y perdona todos mis pecados” (Salmo 25:11 y 18)
¡Qué aliento encontramos al ver en las Escrituras a un Dios de amor bueno y perdonador (Salmo 86:5)
En tiempos de Miqueas el pueblo de Dios se había portado muy mal obrando contrariamente al pensamiento de Dios, dejando de lado sus mandamientos. Cada vez que esto sucedía Dios los entregaba disciplinariamente en manos de sus enemigos.
Pero, Dios, que está lleno de misericordia. No se goza en castigar, sino que reprende al que ama para corregirlo, para hacer que se arrepienta, se aparte del mal y se vuelva a Dios. Por eso en tiempos de Miqueas, Dios anuncia que castigara a aquellos que se abusaron cuando él disciplinaba a su pueblo y el pueblo que fue azotado puede decir: “No te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz” (Miqueas 7:8,9)
¡Qué maravilla! Dios levanta al caído, pero primero lo lleva al reconocimiento, al arrepentimiento y la confesión. A apartarse del mal. Y si siete veces cae el justo, las siete volverá a levantarse (Proverbios 24:16) Porque Dios no abandona a los suyos y en él hay perdón, para que sea reverenciado (Salmo 130:4)
Por eso, si caíste, busca a Dios en arrepentimiento, que él será amplio en perdonar.
Pensamientos para reflexionar