¿Los creyentes del Antiguo Testamento, fueron salvos por sus obras, guardando la ley?

PREGUNTA:

Alguien hizo la siguiente pregunta:

¿Los creyentes del Antiguo Testamento, fueron salvos por sus obras, guardando la ley? Si no fuera así; todos los que vivieron antes del nacimiento de Cristo, ¿cómo pudieron ser salvos?

RESPUESTA:

Para dar respuesta a esas preguntas, será bueno tener como base los versículos siguientes:

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9)

La Biblia nos muestra de una manera clara, que ninguna persona ha sido, ni puede ser salva de la condenación que produce el pecado, sobre la base de haber cumplido la ley y satisfecho a Dios. Ninguno de los salvos de los tiempos antiguos fue salvo por guardar la ley. 

La Palabra es clara: “Por gracia sois salvos” esa es la base sobre la cual Dios ofrece la salvación.

Gracia, significa: Favor o beneficio que se recibe sin merecimiento. Por lo tanto, la gracia de Dios, es un don inmerecido. “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Romanos 11:6)

La salvación, procede de Dios, que ve al hombre perdido y arruinado a causa del pecado, sin poder hacer nada por sí mismo para remediarlo; y a través de  su Hijo Jesucristo, le ofrece la salvación,  sobre la base de la gracia; es decir, sin que lo merezca.

El hombre necesita ser trabajado por el Espíritu Santo, y redargüido por la Palabra de Dios para ser salvo. Bajo ese trabajo de Dios, es donde puede ver la condición en la cual se encuentra y creer lo que Dios le atestigua  para recibir a Jesucristo como salvador.

Por eso, los que recibimos la salvación  nos gloriamos en el Señor. Sabiendo que fuimos salvos, en virtud de la obra de Cristo, cuyos beneficios  nos fueron ofrecidos por gracia, y a los cuales accedimos por medio de la fe.

No fue que esa gracia se nos brindó,  por haber obrado conforme a la ley, ni  por haber tenido méritos propios que comprometieran a Dios a tener que obrar con nosotros de esa manera.

Esto que venimos acentuando, se hace aún más claro, cuando tenemos presente, que la ley, no fue dada como un medio de salvación, ni para que el hombre trate  de justificarse ante Dios.

La gente confunde la finalidad de la ley. La Biblia dice: “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20)

La ley cumple esa función, lleva al hombre, no al conocimiento de la salvación, sino del pecado. Fue dada, para revelar el pecado en su verdadero carácter, como transgresión.

Además debemos tener en cuenta, que la ley, implica muchos mandamientos, ordenanzas y preceptos y que, el que “ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley” (Santiago 2:10,11) Por lo tanto, como “ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20) el apoyarse en la ley, para obtener la salvación, es algo que nunca daría resultado, ya que al cortar un solo eslabón, de la cadena a la cual nos aferramos, nos precipitaríamos a la perdición. Y tal como dice el refrán: “La cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. 

La ley no generó salvación, sino culpa. Es llamada “ministerio de condenación” (2 Corintios 3:9) Y “Todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas,  Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente” (Gálatas 3:10,11)

La ley reclama que el hombre haga. La gracia ofrece lo que Dios hizo.

La ley está vinculada a las obras, la gracia, a la fe.

Considerando estas expresiones de la Palabra de Dios, concluimos diciendo que: Tanto los hombres del Antiguo Testamento como los del Nuevo, no pudieron ser salvos mediante el cumplimiento de la ley, sino por gracia, por medio del sacrificio expiatorio de Cristo. “el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (Hebreos 9:14) , “Nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),” (Gálatas 3:13)  y “vino a ser autor de eterna salvación…” (Hebreos 5:9)

No habrá ningún hombre en el cielo, que no haya sido salvo por medio de la obra de Cristo en la cruz del calvario, sobre la base de la gracia de Dios, y por medio de la fe.

Ahora bien, para considerar el trato de Dios para con los hombres de todos los tiempos, y la manera en que pudieron ser salvos, debemos tener en cuenta lo siguiente:

 Todo hombre es responsable ante Dios, y tendrá que responder de acuerdo con la revelación de Dios que haya recibido.

Nosotros, recibimos una revelación maravillosa al tener la Palabra de Dios completa a nuestra disposición, y habiendo sido llamados mediante el evangelio de Jesucristo. Otros no han tenido tal privilegio, pero de alguna manera, Dios se manifestó a ellos, pues,  “Dios no se dejó a sí mismo sin testimonio” (Hechos 14:17) Siempre hubo un testimonio de Dios para el hombre. Y “El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz” (Juan 3:33) De esa manera, Dios lo salva.

Algunos tuvieron la ley dada por Moisés. Otros tuvieron un testimonio de Dios, dado por algún profeta. Hubo, a quienes, como dice Job, Dios les habló de una manera particular “Porque en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Por sueño, en visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo, Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia” (Job 33:14-17) y también debemos tener en cuenta, que el hombre en todos los tiempos, ha tenido un testimonio de Dios a través de la creación.  “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19,20)

Lamentablemente, los hombres rechazan a Dios y desoyen su voz. Sin embargo, todo aquel,  que ante la revelación de Dios que haya recibido, haya respondido con fe, Dios, en su gracia, lo justificó para salvación. “Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” Como así también a todo aquel “que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:3, 5)

Siempre ha sido el mismo principio. Ni Abraham, ni Moisés, ni David, ni ningún otro santo del Antiguo Testamento, podía salvarse, sino hubiese venido Cristo a morir en la cruz por él, Y si Dios, al perdonar sus pecados, no lo hubiese cargado, en aquel sacrificio que ofrecería su Hijo amado. 

 Alguien aún puede preguntarse: ¿Pero, cómo en virtud del sacrificio de Cristo, si Cristo aún no había venido, ni ofrecido su vida en la cruz del calvario?

A esto la Palabra de Dios contesta: Que somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:24 al 26)

Esto quiere decir, que Dios, que se había propuesto salvar y redimir, por medio de su Santo Hijo, tuvo preparada esa ofrenda, y siempre perdonaba los pecados de aquellos que eran de la fe, teniendo en cuenta “la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros” (1 Pedro 1:19,20)

Por eso, recordemos siempre. Los salvos de todos los tiempos, tienen las mismas características: Fueron objetos de la gracia de Dios. Creyeron en Dios y le creyeron a Dios, y todos están bajo los resultados del sacrificio expiatorio de Cristo, hecho una vez para siempre.


Preguntas bíblicas

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