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(Léase Zacarías 11)
Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí… Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos. Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que miraban a mí, que era palabra de Jehová” (Zacarías 11: 8,10,11)
Zacarías, en el capítulo 11, anticipa el rechazo del Mesías, la destrucción de Jerusalén y el surgimiento del anticristo.
Allí encontramos a las ovejas de la matanza y a los pastores. A personas que deberían haberse ocupado de cuidar al pueblo y no lo hicieron. “Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y apacenté las ovejas. Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí” (Zacarías 11:7,8)
Esos tres pastores, podemos representarlos en los fariseos, saduceos y herodianos que eran sectas de responsabilidad religiosa-política en el pueblo y no hicieron nada a favor de las almas, sino plantarse frente al Mesías para resistirle tratando de deshacerse de él. (Véase Mateo 22:16, 23 y 34)
El pastor tenía dos cayados, pero rompió el primero llamado gracia, que también es belleza, hermosura deleite… rompiendo así el pacto con los pueblos. Aquí, por pueblos, no se refiere a Israel, sino a los pueblos de la tierra que serían bendecidos cuando Israel fuese puesto por cabeza de las naciones. (Véase Génesis 49:10) Y esto, porque al no haber encontrado en él, parecer ni hermosura, fue desechado (Isaías 53:2) No pudiendo reinar sobre su pueblo bendiciendo también a las naciones.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar
