“¡Cuán grandes son tus obras, oh Señor! Muy profundos son tus pensamientos. El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende” (Salmo 92:5,6)
Uno de los maravillosos efectos de la obra de la salvación en nosotros, es la renovación de nuestro entendimiento.
El hombre no puede conocer ni entender a Dios “teniendo el entendimiento entenebrecido” (Efesios 4:18) Necesita ser iluminado y renovado, sino es imposible que mire y analice las cosas con la misma perspectiva divina.
Debido a esto, es que, aún siendo creyentes, cuando se consideran las cosas de Dios, con apreciaciones carnales, se encuentran tropiezos.
Muchos al analizar la vida de Juan el Bautista y de los apóstoles… dicen: No entiendo, como el Señor permitió que murieran así… porque piensan, que como servidores de la verdad, tendrían que haber sido ricos y morir sin padecimientos.
Otros interpelan a Dios, porque mueren los niños en continentes pobres donde reina la idolatría, pero no piensan que esos niños finalmente son salvos, y que lo que debería preocuparles, son los mayores, que mueren sin Dios y se pierden.
El hombre ve las cosas desde su limitación, sin tener en cuenta más de lo que vive en la tierra y por ello yerra.
Otros dicen: Si te conviertes a Cristo, te irá bien en lo espiritual, pero, en la tierra solo verás sufrimientos… porque su entendimiento del bien, es el que interpreta el hombre natural y no Cristo.
Para pensar como Dios, se debe pensar con “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16)
Pensamientos para reflexionar