“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (2 Timoteo 1:8)
“… Dando testimonio a pequeños y a grandes” (Hechos 26:22)
A los cristianos nos gusta tener cuadros con textos bíblicos, calcomanías en el auto, y cosas por el estilo que den testimonio de nuestra fe. Eso es bueno.
Hay quienes sintieron que Dios les hablaba por medio de un versículo bíblico que les impactó, en el lugar menos esperado.
Además, eso muestra a los demás, quienes somos y ayuda a evitar confusiones, propuestas deshonestas etc. Cuanto más nos asemejamos al mundo, más vulnerables somos a los ataques del maligno que anda alrededor nuestro buscando a quien devorar. (1 Pedro 5:8)
Sin embargo, el Señor quiere que esto primeramente sea una realidad en lo íntimo.
Por eso dice:
“Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón… Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;
y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deuteronomio 6:6,8,9)
Dios quiere que la Palabra, habite primeramente en nuestro corazón, porque el hombre camina tras lo que tiene en su corazón, y de la abundancia del corazón habla la boca. (Lucas 6:45)
Que la Palabra esté ligada a nuestras manos, para que en nuestro obrar se vea a Dios, y que esté delante de nuestros ojos para guiarnos por el camino recto.
Y luego sí, se nos dice de escribirla en los postes y las puertas de nuestras casas.
Pensamientos para reflexionar