
“Aplica tu corazón a la enseñanza, Y tus oídos a las palabras de sabiduría” (Proverbios 23:12)
“¿Quién es el hombre que teme al Señor? Él le enseñará el camino que ha de escoger” (Salmo 25:12)
La Biblia es la Palabra de Dios. Ella es la que debe formar nuestros pensamientos, instruyéndonos en la santa voluntad divina.
La Biblia nos enseña con directivas claras y mandamientos específicos, pero, también a través de ejemplos y testimonios. Uno lee todo eso y aprende. Camina en esas verdades y es bendecido, y al transmitir esas enseñanzas, edifica al pueblo de Dios.
Sin embargo, actualmente se procede de otra manera. El hombre, Influenciado por cuanto sucede a su alrededor, teniendo un pensamiento formado de lo que quiere, y de cómo lo quiere hacer, va hacia adelante, buscando en la Biblia versículos que lo apoyen. Convenciéndose a sí mismo y al resto, de que está actuando según la voluntad y el pensamiento de Dios.
Algo parecido sucedió en tiempos de David, cuando para trasladar al arca, hicieron un carro nuevo tirado por bueyes; tal como lo habían hecho anteriormente los filisteos (1 Samuel 6:7 al 12) Lo cual, aparentemente, era más eficaz que la forma convencional; para luego, constatar con dolor que no eran ellos los que debían pensar en la forma mejor, sino sujetarse a lo que Dios había establecido desde el principio (1 Crónicas 15.2)
Debemos meditar en las Escrituras e impregnarnos del pensamiento de Dios, dejando que nuestros pensamientos se formen con la instrucción divina, no pensar y decidir humanamente, y luego buscar el apoyo bíblico.
Pensamientos para reflexionar