Todos los escritos
“Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor” (Lamentaciones 2:19)
Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente…
Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. (1 Samuel 1:10, 18)
“Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré” (Salmo 5:3)
Cuentan que una lavandera creyente, estaba pasando por grandes pruebas. Los de su alrededor la apremiaban para que actúe de alguna manera o tome una decisión, pero ella esperaba la respuesta del cielo para saber lo que debía hacer. Todos se impacientaban y le decían:
-Si ya oraste, ahora actúa. No esperes más, no puedes quedarte inactiva-
La mujer respondía -Yo espero, el Señor obrará y cambiará las cosas o me dirá lo que debo hacer. No permanezco inactiva, he puesto cada detalle en las manos de Dios-
La gente no la entendía, pero ella decía:
-Cuando lavo la ropa pasa lo mismo. A veces, la ropa se lava directamente, otras hay que enjabonar y fregar, pero a veces hay que esperar, pues tiene manchas difíciles que hay que tratarlas de otra manera, dejándolas en remojo. Ese tiempo de remojo no es en vano, pues finalmente, las manchas aflojan en ese lapso en el que se deja que los productos actúen. Si intensifico el fregado, sin esperar, termino arruinando la tela –
Así es la oración. Uno deja las cosas en manos del Señor, porque hay situaciones en las que no sabemos cómo actuar, y hacer algo sería empeorar muchas veces las cosas. Lo mejor en esos casos es orar y esperar, confiando en que Dios nunca llega tarde, y que ninguno de los que en él esperan será confundido.
Pensamientos para reflexionar
