“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios “(Hebreos 12:1,2)
La epístola a los Hebreos nos presenta la vida cristiana como una continua carrera. No como una carrera de velocidad donde cada uno debe tratar de aventajar a su hermano, sino más bien a una carrera de resistencia, donde lo importante es la perseverancia hasta el fin.
El capítulo 11 nos muestra una gran nube de testigos, de los cuales debemos imitar en su fe. Sin embargo, no se nos dice que fijemos los ojos en ellos, sino en Jesús. Y de esa manera, que vayamos hacia adelante, mirando hacia arriba, poniendo los ojos en el autor y consumador de la fe.
No podemos avanzar mirando hacia abajo, porque eso cambia nuestro objetivo. Estamos llamados a mirar las cosas de arriba donde está Cristo, no las de la tierra (Colosenses 3:1.2)
Tampoco correremos aprobadamente si miramos hacia atrás. “Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62) Acordaos de la mujer de Lot. (Génesis 19:26)
Ni tampoco mirando hacia los costados, pues a los costados veremos a los demás hermanos que corren como nosotros, pero que tienen también sus debilidades, y nosotros, no debemos compararnos con nadie, ni estar pendientes de lo que hace el resto para responderle al Señor.
Los ojos deben estar puestos en Jesús, quien siempre hizo todo para la gloria de Dios.
Pensamientos para reflexionar