
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmo 41:1,2)
“Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63:1)
Un cristiano, no es simplemente una persona que tiene una creencia y mantiene una fe, sino quien tiene un salvador y en ese salvador tiene su vida. Dios no solamente perdona a quien recibe a Cristo, sino que da vida eterna “y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:11,12)
El cristiano, tiene una vida en la cual se mantiene y conduce que debe alimentarse, pues si no, la fuerza y las capacidades de esa vida se recienten. Su fuente de energía está en Cristo y debe alimentar esa vida espiritual, no con cosas terrenales como alimenta su vida física, sino con toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4) Si no se alimenta, sus fuerzas se debilitan y no se mantiene sano en la fe.
Los cristianos tenemos la necesidad de estar conectados con nuestra fuente de alimentación, así como sucede con todo aquello que necesita recargar energía.
Un ejemplo de eso lo vemos con el celular. Todos sabemos que necesitamos recargar la batería del celular diariamente, porque sabemos que, aunque con el celular podamos hacer de todo, este no funciona si está descargado.
Queridos hermanos, Así sucede en lo espiritual. Nuestra vida la mantenemos conectados con Cristo, en esa comunión, donde él nos habla por medio de su Palabra cada día y nosotros, por medio de la oración.
Pensamientos para reflexionar