“Él levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor” (1 Samuel 2:8)
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)
Cuando Dios trabaja a una persona para salvación, esta, solamente debe dejarlo que haga el trabajo y acudir a Cristo en el estado en que está. Muchos quisieran maquillar ese estado, para no presentarse tan deteriorados, y así posponen la decisión de postrarse a los pies de Cristo para ser salvos. No necesitamos ningún maquillaje para acudir a Cristo, sino que debemos ir tal como nos encontremos, sin esconder ni disimular nada, pues ante él “Todas las cosas están desnudas y abiertas” (Hebreos 4:13)
Luego vendrá un verdadero cambio, pero será por medio del nuevo nacimiento.
Algo que debemos tener bien en cuenta es que, debemos ir a Cristo en el estado en el que nos encontremos, para que él nos salve y restaure, no para que él nos acepte tal como estamos. Esto es importante reconocerlo, pues muchos que no quieren saber nada de Dios, aceptarían ir a Cristo, pero si Cristo los aceptara tal como son y así los dejara, pues quieren imponer su manera de ver las cosas, sus gustos y sus criterios.
Pero así no funciona. Con Dios no se puede obrar como obran los jóvenes para con los padres haciendo berrinches, o alguna otra forma de extorsión hasta lograr imponerse.
A Dios nadie le impone nada ni le dice como tiene que hacer las cosas.
Él salva y restaura al hombre de una manera maravillosa en Cristo Jesús.
Pensamientos para reflexionar