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“La ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17)
“Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él (Jesús) se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree” (Hechos 13:38,39)
La Biblia dice que la ley tenía la sombra de los bienes venideros (Hebreos 10:1) Es decir que como una sombra, nos indicaba claramente la figura de algo que se aproximaba, aunque sin darnos la revelación plena. Esto es lo que hacía la ley, por ejemplo, mostrándonos la necesidad del derramamiento de la sangre de una víctima inocente para que el hombre pudiera acercarse a Dios.
“La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24) Un ayo era la persona encargada de cuidar e instruir a los niños. La ley preservó al pueblo de Dios y los condujo hasta la venida del Cristo. Hoy, ya estando Cristo, no es necesario el cuidador, el creyente es un discípulo de Cristo y es la gracia la que nos enseña (Tito 3:11-13)
La ley fue un ministerio de muerte y de condenación (2 Corintios 3:7 y 9) Pero Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gálatas 3:13) Cristo llevó sobre sí mismo la maldición de la ley y nos redimió de su maldición.
Por lo tanto, siempre debemos recordar que la ley está en un contraste completo con la gracia y que, solo la gracia Dios le confiere al hombre la justicia que la ley exigía.
Finaliza en la parte 3
Pensamientos para reflexionar
