“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” (Romanos 3:21,22)
“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28)
La ley de Moisés, comprende tres cosas muy importantes que debemos saber:
Los mandamientos que expresan la voluntad justa de Dios. (Éxodo 20:1-26)
Los juicios que gobernaban la vida social de Israel (Éxodo 21:1-24:11)
Las ordenanzas que dirigían la vida religiosa de esa nación.
Esa ley ha sido abrogada. Fue reemplazada por otra ley, por los principios de la gracia. Los creyentes en esta dispensación, no están obligados a guardar la ley de Moisés en lo ceremonial, ni en las leyes que regían la vida social de Israel, porque no se encuentran bajo la ley como regla de vida. La regla de vida del creyente es Cristo.
El cristiano está bajo la ley de Cristo (1 Corintios 9:21) y aunque no está bajo la ley mosaica, sabe que hay mandamientos de esa ley que aún se mantienen, porque expresan la voluntad justa de Dios; ya que matar, adulterar o codiciar, siempre son cosas malas, cualquiera fuera la dispensación en la que nos encontremos.
Recordemos siempre: La ley es como una plomada que marca lo torcida que puede estar una edificación, pero que no la endereza. Por eso que, buscar en la ley la solución al pecado y el camino de la salvación es un gran error. La salvación solo se encuentra en Jesucristo, sobre la base de la gracia de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8)
Pensamientos para reflexionar