“El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron… Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.” (Romanos 5:12,18,19)
Toda persona sincera reconoce ser imperfecta. Toda persona sincera reconoce que no siempre obra bien y que ha hecho cosas de las cuales se avergüenza. Por eso, cuando presentamos el evangelio, la palabra pecado no debería ofenderles, aunque muchos, están tan ciegos que, a pesar de todas las evidencias que tienen en sus propias vidas, se ofenden , niegan y se justifican.
Los seres humanos somos pecadores por tres motivos. Porque tenemos una naturaleza pecaminosa, porque es el pecado de Adán no es imputado y porque somos pecadores por gusto y práctica. Por eso, no tenemos excusas.
Hay quienes dicen que es injusto que ellos se pierdan por haber heredado el pecado de Adán, y, basados en eso, desechan el mensaje de Dios. Sin embargo, la Biblia no dice eso, pues nadie se pierde por ser descendiente de Adán sino por desechar a Cristo.
El evangelista Billy Graham solía decir: “Yo no estuve en Edén y heredé la culpa, pero tampoco estaba en el calvario y heredé la gracia” Y eso explica claramente las enseñanzas bíblicas de la herencia del pecado y la doctrina de la redención.
Jamás busquemos excusas ni echemos culpas. Verdaderamente hemos heredado el pecado de Adán y ahora el pecado nos es imputado, pero Dios envió a su Hijo desde los cielos para que ninguno se pierda. Por eso, cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. (Hechos 16:31)
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