“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13)
“Y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz” (Oseas 11:4)
Una creyente había enfermado gravemente y sabía que su enfermedad era terminal y muy dolorosa. La fueron medicando y cambiando la medicación para atenuar sus dolores hasta que solo le suministraban morfina. Ella testificaba acerca de Jesucristo de una manera muy fiel, y cuando ya no había más que darle, sucedió un milagro. La enfermedad no desapareció, pero si los dolores. Dios me anestesió decía ella, pues su enfermedad se prolongó por meses, pero ella no volvió a sentir ningún dolor.
“Fiel es Dios que no os dejará ser tentados (probados) más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13) ¡Gloria al Señor! Nuestra hermana hizo esta experiencia.
Las pruebas que Dios permite siempre cumplen algún propósito.
Las enfermedades pueden ser para la gloria de Dios, porque como respuesta a la oración habrá sanidad y Dios será enaltecido. Pueden ser la plataforma desde donde se testifique lo que los hombres no quieren ver ni aceptar. El lugar desde donde aprendamos a conocernos y a conocer al Señor de una manera única. O el medio utilizado por Dios para llevarnos consigo. Pero, siempre, cumplirán un propósito.
Confiemos en Dios. Aunque de momento no comprendamos. Recordemos que él levantará el yugo de nuestra cerviz para que lo podamos sobrellevar y dará, juntamente con la prueba, una salida en victoria.
Pensamientos para reflexionar
